domingo, 21 de noviembre de 2010

SUS FIESTAS

  • Los jesuitas introdujeron el culto a San Francisco Javier, los franciscanos después la cambiaron por San Francisco de Asís. La gran fiesta se celebra el 4 de octubre, día del santo franciscano, pero la imagen venerada corresponde al santo jesuita. Todos los años, numerosos grupos de pápagos y de Tohono O’otham peregrinan el 4 de octubre para venerar la imagen de San Francisco, que muchos identifican con el Padre Kino.
    Las fiestas tradicionales, autóctonas, son dos:
  • El VI’IKITA, conocida también como “fiesta del cucú”, se celebra durante el plenilunio de julio en Quitovac
    Tiene como finalidad llamar el agua y recibir bendiciones. En esta ceremonia participan Tonos O’otham estadounidenses y mexicanos en un mismo terreno, con un lugar preciso para las danzas de cada quien y la convivencia ocurre entre los procedentes de un mismo lugar, con las lenguas usuales en esas regiones. Durante la ceremonia pueden escucharse en Quitovac tres idiomas.
    Frente a las casas se colocan cinco montoncitos de tierra, cuatro formando un cuadrado y uno como centro; sobre el montoncito central, se colocan dulces, tortillas, jalea de pitahaya u otros alimentos. Los danzantes, vistiendo una manta a cuadros atada a la cintura y muslos, a manera de pantalón corto, sobre el que llevan un cinto con campanitas, portan máscara y una vara con plumas en la mano, llegan a los patios y bendicen los alimentos sobre los montículos de tierra. Las gentes que los siguen se reparten e ingieren los alimentos, quedando de esta manera bendecidos.
    Tras el recorrido por los patios, los danzantes regresan al huki del que salieron para iniciar la danza. Los huki , actualmente, son pequeños corrales semicirculares en las afueras del pueblo, cercados con varas de sahuaro o pitahaya y ramas del monte. Ahí se visten los danzantes y tocan los músicos.
Los músicos suelen ser tres cantores que tocan raspadores de madera de hediondilla colocados sobre coritas (cestos tejidos) invertidas, y raspados con una quijada de buro o vaca.
Los danzantes van y vienen en silencio de un huki a otro (al de los invitados de otro pueblo) durante toda la noche y el siguiente día. Cuando danzan, lo hacen un poco alejados del huki y entonando un son monótono que incluye frecuentes repeticiones de las sílabas cu cu cu. También bendicen a la gente con su vara y rezan en su lengua pidiendo la lluvia. Quien se compromete como danzante para el víikita debe hacerlo por cuatro años consecutivos.
  • El KHUJIN, o “danza del venado”, se celebra en el novilunio de agosto, en la que participan hombres y mujeres formando dos filas paralelas o una alterna de ambos sexos. Los danzantes permanecen en un solo lugar, flexionando las corvas sin levantar los pies del suelo. Sólo hasta el amanecer danzan caminando suavemente y formando un círculo y una cruz. Mientras danzan, los hombres sacuden una varita que llevan en la mano. Las mujeres no portan objeto alguno.
    La música para esta danza la facilitan tres cantores, acompañándose con raspadores sobre coritas (como en el Vi’ikita)
    Esta ceremonia dura una sola noche y, como debe ir precedida de la caza de un buro, al que el gobierno mexicano impuso veda en esa época del año, la ceremonia se ha suspendido en territorio mexicano y sólo se celebra en la zona tohono o’odham del lado norteamericano.

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